Historias de Roma o la aventura en avión/ Stories about Rome or a plane’s adventure.

Arte/ Art, Libros que he leído/ Books I have read

Enric González es periodista. Ha sido correspondal en varias de las ciudades más influyentes del siglo XX. Desde Nueva York o Washington hasta París o Londres, yo lo he descubierto leyendo esa pequeña maravilla que es Historias de Roma.

Decir que escribimos sobre aquello que queremos y que añoramos es casi una redundancia. En el caso de Enric González se cumple extraordinariamente. Porque a través de esas páginas, que nos desvela una Roma alocada, desigual, influyente, influída, múltiple, ideosincrática, aristocrática, desmelenada, gatuna y burocrática, se desprende tanta añoranza y tanto cariño que, una vez terminada su lectura, en nuestros labios se dibuja una sonrisa eterna, tan eterna como la Ciudad, centro del mundo, imagen del mundo y quizá de su final.

Lo he leído en un viaje relámpago (he de decir que casi todos mis viajes lo son) y me ha atrapado desde el mismo instante que empecé. Es un libro a blanco y negro, como las mejores fotografías, que, sin embargo, toma prestado los colores del Renacimiento, esos frisos y esos murales, para teñir con horror, amor y delicadeza las cambiantes caras de una Roma que se nos demuestra, quizá por primera vez, más desnuda y más sí misma, es decir, más soñada si cabe, de lo que nunca ha sido descrita, es decir escrita, hasta el momento.

Enric González nos lleva en un viaje marítimo de vaivenes, retratando su propio viaje y el de la Ciudad, caminando por sus calles, descubriendo sus secretos más íntimos y viviendo su día a día, que es como, a fin de cuentas, es la mejor forma de conocer una ciudad.

Adoro los libros que me atrapan desde el principio, y que hacen de un viaje un evento paralelo, de modo que mi viaje físico se superpone plano a plano a aquél que mi mente disfruta gracias a imágenes, retratos y evocaciones que emanan de un libro. Estuve en Roma sin haber estado allí, y puedo vislumbrar, sin haberlo visto nunca, el atardecer de Roma, el suave anochecer desde una plaza, la sutil sorpresa que el alba nos trae envuelta en belleza única y dorada por el sol, y ese juego para siempre incógnita que se establece entre lo más alto y lo más bajo de los hombres y que da como fruto, la sagrada representación de la Belleza.

A través de sus páginas vemos los innumerables gatos de Roma; sufrimos sus interminables planes burocráticos; somos testigos de la herrumbre y el abandono, pero así mismo del arrebato causado por lo bello, y de las intimidades escondidas en un edificio, una expresión lingüística o, simplemente, un sencillo alimento de pasta.

Es un librito delicioso, lleno de anécdotas, lleno de temas serios planteados con una frescura conversacional, salpicado aquí y  allá de cierta erudición contagiosa, y de humor. Gracias a Enric González he paseado por Roma, la Roma que siempre he querido conocer, más allá de lo que la imaginación popular nos vende como necesario y verídico. A fin y al cabo, Roma puede que tenga al final más razón de lo que el autor le supone: la verdad tiene mil caras. Y Roma se refleja en cada una de ellas.