Lawrence Schimel: buena medida/ Lawrence Schimel: Good Measured.

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Bien Dotado es un libro de relatos compilados por su autor, Lawrence Schimel, bajo el prisma de un elemento común: la pornografía homosexual. En la introducción del libro, Lawrence Schimel diserta breve pero muy acertadamente, sobre la literatura erótica de cualquier género, pero haciendo hincapié en cuán importante es para la realidad homosexual, o para el mundo gay, la necesidad de reflejos de sus conductas sexuales, algo de lo que la población heterosexual nunca se ha privado y, por lo mismo, desconoce su necesidad de existencia.

En modo alguno he sido lector de este género literario, de la estirpe que sea. Recuerdo, siendo muy joven, las novelas llamadas best sellers, escritas habitualmente por mujeres (o cuyo seudónimo era femenino), en los que daban rienda suelta a una imaginación erótica que me excitaba pero que, al mismo tiempo, me dejaba frío y me incomodaba. No por su explicitud, más bien pobre, sino porque me revelaban detalles que no me interesaban en lo más mínimo, o que a mí no me importaban en lo absoluto, en la evolución de la historia en la que me encontraba inmerso. Lo mismo me ocurría con las películas, y me sigue pasando en la actualidad. Las escenas sexuales me incomodan, si no me irritan, y siempre me han parecido más el roce de dos trozos de carne que un acto que reverbera la historia sentimental que estoy viviendo. No me gusta que me expliquen todo lo que ocurre con un personaje, ni sus detalles, ni su día a día. Puesto que así no es la vida. La vida está llena de claroscuros, de detalles ignotos que impulsan actitudes y reacciones, y que muchas veces permanecen ocultos para todos, y los personajes de un relato no deberían escapar a ese misterio insondable que nos caracteriza a todos los seres vivos.

Marguerite Yourcenar comentó una vez la difícil singladura de la literatura erótica (del arte erótico en general), que corre el riesgo siempre de no saber en dónde está el límite, subiendo el tono de voz y el color de las acciones hasta rozar el mal gusto. Y no es que la sexualidad sea maleducada; la expresión cruda de la misma, como de todo sentimiento y pulsión extrema, por ser ellas mismas, puede llegar a turbar y perder lo maravilloso que encierran, en aras de una asimilación errónea y de un ansia por comprender y aprehenderlas en exceso racional y pueril. En otras palabras, escribir sobre sexualidad no es fácil ni terreno seguro, la crudeza puede degenerarse y la sutileza tornarse vil en el ansia de retratar como sea ese misterio insondable y que nos toca tan de cerca y que es el roce de una piel hambrienta con su propia piel o con la de ese extraño que es todo aquel al que amamos, aunque ese amor sólo dure un segundo fugaz.

Lawrence Schimel lo sabe y lo clarifica y asume su capacidad y abandera una literatura difícil con gran éxito. Bien Dotado es un conjunto de relatos de pornografía homosexual, o pornografía en cuanto a explicitud sexual, juego y encuentro, desencuentros, pulsiones, ilusiones y deseos; pero va más allá. Y en ese ir más allá es donde la capacidad de Lawrence Schimel brilla en todo su esplendor. En contra de la pornografía audiovisual, sus relatos no se basan en la narrativa sexual, sino que se sirven de ella para mostrarnos personajes complejos, llenos de dudas, de miedos e inseguridades; muy norteamericanos, muy neoyorquinos, muy judíos, pero a la vez universales, con los cuales nos identificamos con extrema facilidad: buscan, se alimentan de ese deseo de amor, de esa necesidad de experimentar y de sufrir, y de esa angustia de olvidar y ser olvidados, de recordar y ser recordados y de dejar huella indeleble en un pensamiento, en una caricia y en un orgasmo que siempre tiene la misma característica: ser insaciable.

Los personajes de Bien Dotado son como nosotros, o como nosotros pudiéramos ser, y viven no por el sexo sino con el sexo, y sus actos son sólo reflejo de tormentas interiores que todos conocemos: religión y fe; desesperanza; abandono; amor no correspondido; infidelidad; deseos reprimidos o descontrolados; actitudes sociales desdibujadas; límites insospechados que carecen de línea divisoria. La sensualidad explícita que Lawrence Schimel imprime en sus relatos consigue el fin de toda pornografía, pero la trasciende en su brevedad: excita sin llegar a cansar, ansía y reinvindica sin rozar el mal gusto o la irrealidad. Y eso nos demuestra que es un escritor de mano templada, que sabe dar en buena medida sensualidad, deseo y vigor al mismo tiempo que profundidad, esperanza y paz a unos personajes que buscan, que buscan siempre, en los meandros de esa jungla de asfalto que es la gran ciudad.