Bailemos/ Shall We Dance.

El día a día/ The days we're living, Música/ Music

   Bailemos.

   Dejemos que el día oscuro, las nubes de lluvia y el cansancio se diluyan entre nuestros brazos.

Cierra los ojos y piensa en una noche de luna, llena de estrellas, con el rumor del oleaje al fondo y el suelo de mármol esperando nuestros pasos.

Y miles de velas encendidas y ramos de hortensias y gardenias a nuestro alrededor.

Y tu risa y la mía.

Y el peso de tu cuerpo entre mis brazos. Y tu mano apoyada en mi espalda.

Bailemos con los ojos abiertos.

Y tu sonrisa y la mía reflejadas en la mirada.

Y tus pasos volátiles y los míos. La tierra hecha mar y el cielo uno con nuestros movimientos.

Bailemos hoy que todo parece acabar.

Para empezar de nuevo. Juntos muy juntos.

Tú y yo.

Este corazón mío/ This heart of mine.

El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

   Puede ser muchas cosas. El día de sol, el viento que ruge en nuestros oídos. Tu cercanía.

   O que estamos bailando.

   ¡Cómo me gusta bailar!

   Sentirte cerca, así junto a mí, con tu calor y el mío, y los latidos del corazón que parece que salen de mi boca.

   Este corazón mío, que me hace feliz, porque te siente cerca. Este corazón mío que es feliz, porque estás junto a mí.

   Y el sol brilla, y las nubes se alejan, y el viento nos eleva más allá del horizonte, juntos y juntos y juntos hasta el día sin fin.

   Ven, te digo. Ven, te beso. Ven, te abrazo. Y este corazón mío baila de gozo y salta en mi pecho. Siéntelo, bum, bum, bum, relleno de felicidad como un pastel de crema, de esa crema que me sabe a tus labios y a tu piel abierta y deseada.

   Ven, baila conmigo el vals de mi corazón que late bum, bum, bum cera del tuyo…

   Y pueden ser muchas cosas que justifiquen la inmensa felicidad que siento. Pero este corazón mío lo sabe, lo sabe demasiado bien: eres tú.

   Nunca te alejes de mí ni de este corazón mío que late bum, bum, bum, sólo por ti.

Vestidos de domingo /Put On Your Sunday Clothes.

El día a día/ The days we're living, Música/ Music

Todos necesitamos Arte (en nuestra vida)/ Everybody Ought to Have Art (in their lives).

Arte/ Art, El día a día/ The days we're living, Música/ Music

   Nada hay que me ofenda más que el argumento de que el público español no aprecia el Arte. Que no necesita de música, de fotografía, de escultura, de pintura, de belleza arquitectónica. Si hay algo en lo que estoy en contra es de esta visión tan reduccionista que nosotros mismos tenemos como pueblo. Nos odiamos a nosotros mismos, y eso se refleja en las estructuras de poder, en la toma de decisiones, en la calidad de los productos artísticos. Nos reducimos a meras comparsas, espectadores impávidos que ven desfilar ante ellos pavanas de histerismos, rosarios de griterío barato, programas de televisión llenos de mediocridad, con mucho griterío sin nada que decir, enseñando las miserias de la vida como si fuesen grandes trofeos, desoyendo la necesidad natural de búsqueda de alegría, de belleza.

   Las naciones verdaderamente grandes (y esto no tiene nada que ver con la actualidad) veneran el Arte, así en mayúsculas, y siempre tiene un hueco (enorme) para él. Da qué pensar que los países con mayor riqueza cultural del mundo estén hundidos como se encuentran, y da qué pensar que ambos maltraten en su día a día al Arte con mayúsculas. España e Italia han perdido el norte de su amor por el Arte y las consecuencias las pagamos diariamente.

   Eso no pasa en Algosajonia, por ejemplo. Ni en el mundo cirílico, ni en las austeras tierras norteñas. Ni en el último continente poblado, ni en Latinoamérica, donde siempre hay espacio para la música, el ritmo, ese semillero de artistas exóticos que aportan novedad y luz a nuestra existencia.

   Una vez se me dijo que en la televisión española la música no tenía cabida porque no generaba audiencias. Quizá no les damos la oportunidad de que las generen o no mimamos al público para que vuelvan a disfrutar de la maravilla de la diversión real, de la abstracción y de la educación que el Arte da a la vida. No puedo creer que los españoles odiemos la diversión, la música, el entretenimiento real. Puede haber espacio para lo que de unos años aquí embadurna nuestras casas sin duda, pero también puede (y debe) haber lugar para aquello que de verdad nos entretiene, nos evade, nos ensalza y nos educa. En un espacio de entrevistas, un artista puede promover su última creación, o puede recordarnos su quehacer anterior; podemos disfrutar de las obras que engalanan nuestros museos más famosos o que se confinan en nuestros teatros. En Madrid hay mucha actividad, y no me refiero a ésa llena de artistas comprados por las subvenciones, si no a toda la oferta, así en general, que puebla sus teatros y sus cafés, donde podemos encontrar verdaderas joyas aún no explotadas por la crítica o las adulaciones, y que podrían ser conocidas por el gran público que ve la televisión. Hay demasiado talento en nuestras calles como para maltratarlo de la forma en que estamos haciendo.

   Y no hace falta mucho dinero. Se me dirá que el ejemplo que aquí pongo es de la todopoderosa BBC y que los anglosajones nadan en dinero. Tonterías. Ellos han pasado y pasan por crisis como nosotros y nunca, nunca han perdido el norte del Arte. Todo lo contrario, le brindan pleitesía y jamás lo denigran, como hacemos nosotros. Y es ahí dónde se diferencian.  No hace falta gran presupuesto para inmortalizar el Arte, que se vende y se disfruta por sí solo. Pero sí un hueco donde brindarle aire y dejar que entre la luz.

   En nuestra sociedad, nuestros políticos nos han acostumbrado a la oscuridad, primero de las subvenciones y de las filtraciones (ellos suponen que saben lo que nos conviene) y después de los presupuestos, pero un país sin Arte es un país sin alma, y un país sin identidad es un país abocado al vacío. No se necesita mucho, sólo querer hacerlo. Lo demás ya viene por añadidura. Llámese mecenazgo, llámese evasión de impuestos, llámase prurito personal por pasar a la eternidad, siempre habrá, ante el éxito, bolsillos que se abran para auparlo.

   Mientras tanto, todos necesitamos Arte en nuestras vidas. Y, si pudiésemos, una sirvienta (vale, asistenta del hogar) también.